lunes, 2 de mayo de 2011

¿Qué está pasando con el DREAM Act en Nueva York?

El proyecto de ley DREAM Act en Nueva York presenta variantes controvertidas para algunos
Cuando a finales del año pasado la Ley del Sueño Americano (que en su versión en inglés la sigla DREAM quiere decir Desarrollo, Ayuda y Educación para Menores Extranjeros) no fue aprobada por el senado por cinco votos, las expectativas de cientos de miles de jóvenes indocumentados fueron una vez más desbaratadas y el temor a la deportación otra vez una realidad.
Ese famoso proyecto de ley, que ya lleva como diez años en su faz de proyecto (porque parecer ser una papa caliente para los políticos que prefieren hablar del tema, más que hacer algo) les hubiera dado un camino a la ciudadanía a los jóvenes que vinieron a los Estados Unidos como niños, traídos por sus padres. Algunos de estos jóvenes no saben que no son ciudadanos hasta que quieren conseguir una licencia de conducir o solicitar el ingreso a la universidad. Conforme a este proyecto de ley, los estudiantes elegibles pueden solicitar estatus legal condicional por un periodo de seis años, siempre y cuando completen dos años de estudios universitarios o sirvan en el ejército por dos años.
Ya que la reforma comprensiva de inmigración sigue todavía en espera, que se apruebe la ley del sueño americano para los jóvenes calificados sería por lo menos un paso en una buena dirección. Por ahora lo único que existe y que los jóvenes indocumentados pueden aspirar es a que se les conceda el beneficio de pagar la matrícula universitaria a precios de residentes del estado (llamado in-state-tuition). Por ejemplo, en el estado de Maryland, que acaba de aprobar esta ley, un estudiante residente del estado debe pagar $8416 de matrícula por año, mientras que uno no residente debe abonar $24831 cada año. Este beneficio de considerar estudiantes residentes también a los indocumentados está disponible hoy en día en once estados: Nueva York, Texas, California, Utah, Nuevo México, Wáshington, Illinois, Kansas, Nebraska, Wisconsin y Maryland.
Y volviendo a la DREAM Act, como la ley federal no fue aprobada, los legisladores estatales están tomando cartas en el asunto y presentando sus propias versiones de este proyecto para aprobarlo a nivel estatal. En Nueva York, si fuera adoptada, esta ley daría a extranjeros indocumentados que califiquen acceso a identificaciones estatales, como licencia de conducir, seguro médico, programas de empleo y ayuda financiera para la educación universitaria. Vale aclarar que esta ley de Nueva York no les daría un camino a la ciudadanía a los estudiantes (algo que un estado no puede otorgar) pero sí les facilitaría la vida.
El representante demócrata de Harlem, Bill Perkins, promotor de este proyecto en el senado estatal explicó que “los jóvenes indocumentados en este gran estado van a la escuela, aman a sus familias, participan en sus comunidades y sueñan con un futuro mejor. Estos jóvenes y sus familias merecen reconocimiento y justicia, no desigualdad”. El proyecto de ley sólo aplicaría a los que entraron al país antes de los 16 años de edad, terminaron la escuela secundaria o tienen un título equivalente (GED), no han sido condenados por delitos graves y han completado dos años de educación universitaria o servido en la Guardia Nacional.
Pero lamentablemente, se quiere confundir el propósito de esta ley con la seguridad nacional y el supuesto peligro que representaría darles documentos a personas que podrían ser terroristas. Por ejemplo, en una audiencia reciente, Mike Cutler, agente especial del servicio de inmigración ya retirado, dijo que el acceso a las licencias de conducir es una herramienta clave para los terroristas que se pueden así ocultar a plena luz del día. Este tipo de argumento también se escuchó en su momento cuando el entonces gobernador del estado de Nueva York, Eliot Spitzer, intentó promover en 2007 una licencia de conducir para todos. El peligro de centrar el debate en el miedo es paralizar toda discusión y no enfocarse en la realidad económica y el próspero futuro que los jóvenes educados traerían a nuestro país.
Tal vez el proyecto en la legislatura de Nueva York necesite reformularse, pero la realidad es que el 20 por ciento de los estudiantes en las escuelas del estado son hispanos, que las familias hispanas tienen más hijos que las anglos, que las tasas de deserción escolar son altísimas (en Poughkeepsie, sólo el 50% de los estudiantes terminan la preparatoria), y que en 2050 los hispanos seremos mayoría en este país. Pero sin acceso a la educación ¿qué futuro nos espera?
Por Mariel Fiori
Publicado en la revista La Voz, edición mayo de 2011

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