jueves, 21 de junio de 2007

La respuesta del Honorable Alan K. Simpson


Mi educación verdadera no fue en Wyoming, comenzó con la reforma inmigratoria. Aquí es donde se aprende en el Congreso cómo aprobar o matar un proyecto de ley usando una mezcla hábil de emoción, miedo, culpa o racismo. De eso se trata todo. La puede usar en cualquiera de los lados, y para poder discernir en esa niebla de confusión hay que hacer los deberes porque todos tienen derecho a su opinión, pero nadie a sus propios hechos.

Como dijo Raúl, el primer deber de una nación soberana es controlar sus fronteras. Nuestros vecinos al norte y al sur lo hacen muy bien. Canadá tiene un sistema de puntos. Y por supuesto la frontera sur de México es una de las áreas más controladas del mundo. Son muy restrictos, pero vienen a decirnos: “Aflojen la frontera sur” y lo hemos hecho antes.

En 1981 presidí el subcomité con Ted Kennedy, así que hemos tratado el tema esporádicamente y no siempre bien. Pero recuerde, la Estatua de la Libertad no dice “Mándenos a todos los que tenga, legal o ilegamente”.

A lo largo de la historia, a veces la antorcha está prendida y los brazos abiertos, y a veces están cruzados y la dama tiene el ceño fruncido. Eso ocurrió más veces en los Estados Unidos que lo que se imagina, como la rígida Ley de Exclusión Asiática.

La gente se olvida estas cosas y la antorcha ha sido oscurecida para que pudiera ocurrir la asimilación. Asimilación no es una palabra políticamente incorrecta. Es la realidad de la vida en este país.

A comienzos de los 80 nada había pasado con la inmigración en el Congreso en 30 años así que dijimos: “Bueno, tendremos una comisión”. Siempre fue un tema muy caliente para cualquiera de un estado con mucha inmigración o fronterizo.

Pedimos un sistema de identificación más seguro, y cada vez que lo hacíamos nos llegaba el grito de la izquierda y de la derecha diciendo que estábamos hablando de una “Identificación Nacional. ¡No podemos creer que estén con eso!”. Pues no estábamos. Decíamos que debería haber un sistema de identificación más seguro, uno que no requiriera llevar un documento todo el tiempo y que sólo se presentara dos veces en la vida: al buscar un trabajo o beneficios de una agencia gubernamental. Como traté con eso me dijeron de todo: fanático, racista, xenófobo.

Lo que sí funcionó fue la amnistía. La llamamos “legalización” y 2,9 millones de personas de 92 países pudieron comenzar el camino de la ciudadanía. Fue algo muy generoso y lo hicimos para que no volviera a pasar, pero, claro, crece la demanda.

Barbara Jordan era la presidenta de una comisión sobre la inmigración legal y dijo “Este es el país más generoso del planeta. Si alguien te dice que Estados Unidos no es un país generoso o que no abraza la diversidad, dile que se mude a otro país y que se fije cómo es”.

Ella murió y su trabajo con ella. Llevé el proyecto de todos modos al Senado. Dijeron que no podía ganar pero pensé: “No me importa. Vamos a llevarlo al recinto, y lo voy a debatir como ella lo hubiera hecho”. Creo que conseguimos como 38 votos. Perdió pero sí logró un espacio para la inmigración legal en 600.000 por año. Logró la reunificación familiar. Ahora están esperando su turno en la cola. Hay una inmensa acumulación de solicitudes en el sistema de preferencia. Finalmente va a haber mucha presión para otra amnistía. Será pesada y va a forzar el sistema de reunificación familiar hasta el final. La acumulación de pedidos va a continuar y será peor.

No existe tal cosa como trabajador temporal o invitado. Vienen y se hacen permanentes. A veces tienen familia y si tienen niños aquí, dan a luz a un ciudadano estadounidense que, 18 años después, puede solicitar que esos padres sean ciudadanos.

Estas personas son sacrificables cuando son ilegales. Son usadas como mercancía. La gente los esperará mañana en el Seven-Eleven para pagarles tres o cuatro dólares la hora y luego echarles el INS cuando llega el día de paga. Se puede hacer eso. ¡Se llama capitalismo estadounidense! Estas son las cosas terribles con las que tengo que tratar. Debo decir que se hizo un poco tedioso.

Creo que tenemos que volver a pensar sólo en el interés nacional. La respuesta a corto plazo es responder a las necesidades de mano de obra, y lo van a hacer de alguna manera. Pero, a largo plazo, necesitamos asegurar que la gente que está acá tenga derechos legales. Ese el punto crítico.

Pero tenemos una bandera y un idioma communes. Tenemos una cultura pública que abraza todas las culturas. Muchas de estas personas que buscan libertad de la esclavitud están tratando de forzar aceptación en los demás y eso no funciona en Estados Unidos. Cuidado, decencia, respeto y tolerancia son cualidades que se ganan duro.

FUENTE: Today´s Undocumented Workers: The New American Pioneers or the Latest Lawbreakers? Susquehanna University. www.susqu.edu/lawandsociety


Traducción y Síntesis de Mariel Fiori. Publicado en La Voz, abril de 2007.