domingo, 1 de abril de 2007

¿Qué hacer y qué pasa con los trabajadores indocumentados?


¿Los trabajadores indocumentados vienen a quitarles el trabajo a los ciudadanos? ¿La asimilación es necesaria? En este debate habrá dos argumentos bastante opuestos sobre un tema de permanente discusión. Hoy, Raúl Izaguirre, ex presidente desde 1974 a 2004 del Consejo Nacional de La Raza, la organización nacional más grande y líder de apoyo a hispanos. Próximamente, el Honorable Alan K. Simpson, senador republicano que representó al estado de Wyoming por 18 años y ha sido autor de varias leyes sobre inmigración. El debate está servido, pase, lea (y vuelva).

Raúl Yzaguirre

"Creo que los Estados Unidos es una nación soberana que tiene derecho a decidir quién entra en este país, y en qué condiciones y reglas. Pero estamos determinados a proteger la integridad del proceso, para que las políticas inmigratorias no sean discriminatorias por raza o etnia.

Uno de los elementos favoritos de algunos, como el senador Simpson, es una tarjeta de identificación nacional. Al principio pensamos apoyar esta tarjeta pero nos dimos cuenta que los documentos que se necesitarían para acreditar la ciudadanía, o derecho a estar en este país, serían problemáticos para nuestra comunidad y que habría más escrutinio sobre estos documentos para los latinos.

Como organización de derechos civiles establecida principalmente para proteger los derechos de los hispanos nacidos en Estados Unidos, nuestra principal preocupación es asegurar que ninguna nueva ley empeore los ya altos niveles de desempleo entre latinos.

Los bien financiados grupos de presión incitadores de prejuicios contra la inmigración quieren hacerle creer que los inmigrantes indocumentados absorben nuestros beneficios de las prestaciones sociales, les quitan el trabajo a los ciudadanos, son una carga para nuestros servicios de salud y no pagan impuestos. De hecho, hay una industria entera dedicada a esta desinformación.

Según estudios creíbles, lo opuesto es verdad: los inmigrantes indocumentados pagan más en impuestos que lo que consumen en servicios ya que son inelegibles para la mayoría de los programas estatales y federales. Mantienen funcionando empresas que cerrarían si no hubiera mano de obra inmigrante. Así, crean trabajos para gerentes, contadores y otros profesionales. Mantienen el costo de la vivienda a un nivel razonable. Son el personal de nuestros hogares de ancianos, limpian nuestras casas y jardines, cosechan nuestro alimento, aumentan nuestro nivel de vida y mantienen baja la inflación.

Las escuelas locales, los hospitales condales y municipales y otras unidades de gobierno sí cargan con una desproporcionada parte del costo pero poco en ingresos. El gobierno federal, en general, y el sistema de seguridad social, en particular, son los grandes ganadores: reciben miles de millones de dólares en pagos.

La inmigración indocumentada produce desunión familiar. Hay cientos de pueblos mexicanos que están habitados sólo por mujeres, niños y ancianos. Cada día se abusa, maltrata, engaña y roba a los trabajadores indocumentados. Sus historias hacen llorar.

Altos niveles de inmigración indocumentada tienden a debilitar el movimiento por los derechos civiles de los latinos de varias formas; principalmente, quitando el foco de las masivas oportunidades perdidas para los latinos y permitiendo a los que toman decisiones descartar a todos los latinos como “ilegales”, y por lo tanto desmerecedores de la protección de nuestras leyes.

Tenemos una nación desarrollada y aparentemente próspera que coexiste a lo largo de una frontera porosa de 2000 millas con un país del tercer mundo en desarrollo, la primera tiene una inmensa necesidad de mano de obra barata y el segundo una provisión excesiva de trabajadores dispuestos. Necesitamos tratar la fuente de este problema. Necesitamos ayudar a estos países a crear trabajo dentro de sus fronteras.

Sobre la propuesta de construir un muro de 1000 millas: el costo humano sería monumental y el aumento del gasto de encarcelar a millones de inmigrantes sería astronómico en un momento en el que tenemos un déficit de nueve billones de dólares.

El tema es que la demanda de mano de obra de EEUU no va a disminuir, va a aumentar. La llamada inmigración ilegal es una cuestión de estatus. No es un acto criminal, aunque tenemos el poder de calificarla así. Honramos a muchos inmigrantes ilegales en nuestra historia, como por ejemplo: los peregrinos, James Buoy, Davey Crocket, Steven Austin, Superman.

Todos tienen miedo de la palabra amnistía y me pregunto por qué ofende a la gente. El gobierno tiene amnistía de impuestos. O sea, estamos dispuestos a perdonar al que hizo trampa con sus impuestos y darle amnistía. Pero cuando se trata de personas que obedecieron la ley, excepto en cuanto a su estatus, no queremos usar esa palabra.

Apoyo el proyecto de ley de McCain-Kennedy aprobado por el comité judicial del senado. Quiero que Estados Unidos sea honesto con sus valores de pluralismo, tolerancia y aceptación. Nos estamos acercando rápidamente al momento en que todos los estadounidenses serán una minoría. No habrá un solo grupo que tenga más del 50% de la población. Algunos lo ven como una amenaza. Yo lo veo como una oportunidad, la oportunidad de probar nuestra ética y si podremos ser realmente una sociedad pluralista, porque vamos a tener que negociar nuestra existencia entre nosotros".



Por Mariel Fiori, publicado en La Voz de abril 2007. Fuente: Today´s Undocumented Workers: The New American Pioneers or the Latest Lawbreakers? Susquehanna University. Imagen: Maria Elena Alvarado.

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