Lo que nunca hay que decir en la entrevista
La consultora Mariela Dabbah explica, “por un tiempo quise buscar un trabajo que fuera más fácil que estar de empresaria. Empecé a buscar en editoriales y las entrevistas las conseguía enseguida pero cuando me preguntaban, ¿qué puesto está buscando? Yo les decía: bueno puedo hacer de todo porque tengo una experiencia horizontal, porque como he sido empresaria estuve en todas las áreas de la producción de libros, desde distribución, edición, traducción, desarrollo de materiales, desarrollo de programas, entrenamiento de entrenadores, desarrollo de catálogos, ventas… ¿creés que me ofrecieron algo? No pasó nada. Porque no te podés presentar a buscar trabajo así en este país. Hay que ser un especialista. La falla de decir “quiero trabajar de cualquier cosa” la comete el 90% de los latinos. Y lo he testeado este año al presentar mi libro en ferias de trabajo. La gente viene a mi mesa y le pregunto, “¿Está buscando trabajo? ¿De qué busca trabajo?” y la respuesta más común es “de cualquier cosa porque necesito trabajar”. Bueno, todos necesitamos trabajar pero si contestás eso tenés menos posibilidades de que te contraten. Porque si vos no podés definir lo que vos podés hacer y en qué te especializás, nadie lo va a decidir por vos. Eso es una lección muy importante”.
CONSEJOS BÁSICOS
¿Qué consejos le daría a una persona que acaba de llegar a los Estados Unidos?
-Que lea el libro. Le diría que lo primero que se tiene que preocupar es en aprender inglés, obviamente, pero segundo en aprender los códigos. Básicamente lo que hay que aprender en este país para poder conseguir trabajo son los códigos. A dónde buscar recursos, cuál es el proceso, qué se espera de uno cuando va a buscar trabajo, cómo presentar el resumé, cómo presentarse uno, cómo hablar, qué decir, qué no decir, cómo negociar una oferta. Para una persona que está buscando trabajo y que recién llega a este país, lo principal es aprenderse los códigos.
Con la escuela secundaria solamente no alcanza
“Muchos latinos sienten que sus hijos ya han superado lo que ellos mismos como padres han logrado a nivel estudios, entonces dicen: bueno, terminó la escuela secundaria entonces que vaya a buscar un trabajo. Pero en este país con un estudio secundario no conseguís nada. La diferencia económica entre la gente que terminó el secundario y la gente que terminó la universidad es enorme. Por eso los padres tienen que apoyar a los chicos durante todo el proceso escolar para que si son buenos estudiantes puedan seguir a la universidad, vayan a buenas universidades —porque también eso es importante— y hay becas para poder hacerlo. Porque ir a una de las mejores universidades también garantiza el futuro, porque se arma una red de contactos mucho mejor que la que se arma en una universidad de menor nivel, y porque la progresión del salario va a ser en base al primer salario que se consigue. Entonces si tu primer salario es 120 mil al año, porque recibiste un MBA de Harvard, en vez de 40 o 30 mil, tu progresión va a ser muchísimo mayor. Muchos padres no entienden todo esto. Pero el acceso en este país se da a través de la educación”, concluye la licenciada Dabbah.
La desventaja latina
Evitar la confrontación, ser amable y no decir que no, son rasgos del estilo de comunicación indirecto de los latinos que suelen ser ventajosos. Pero si se descuidan, advierte Dabbah “se reflejan de forma negativa en el trabajo. Como por ejemplo, si tu jefe te dijo “necesito esto para el viernes” y le decís “sí, sí, sí” cuando ya sabés que no lo vas a poder cumplir pero no te animás a enfrentarlo y decirle “mire no puedo”, y llegó el viernes, no se lo cumpliste y quedaste como que no sos confiable. O si tu jefe te dio un documento para corregir y vos no querés confrontar a tu jefe y decirle que está todo mal. Entonces muy delicadamente le ponés algunas indicaciones en el costado pero no hacés un trabajo completo porque es una mezcla de tu estilo indirecto con tu respeto por la autoridad. Pero tu jefe termina pensando que no tenés capacidad”.
Por Mariel Fiori, publicado en La Voz, agosto de 2006
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